UNA LUZ EN UNA NOCHE OSCURA PARA EL CAMINANTE

En el camino de la vida se encuentran muchas encrucijadas, muchos problemas, días tristes, también alegres. La vida, a veces, nos zarandea de una forma brutal y el hombre en su impotencia se siente humillado, desorientado, siente miedo, a pesar de los avances de la ciencia y de la técnica.  Esta es la historia de la humanidad.

En esta situación de oscuridad y  miedo,  dado que el hombre es libre, se le ofrece una luz en el camino, que el mismo hombre tiene a su alcance: su conciencia, la contemplación de este mundo maravilloso, que se presenta ante sus ojos. Puede tomar el camino de la búsqueda del Creador.

La ciencia moderna llega a afirmar que el primer átomo  y todos los átomos fueron creados  por un ser inteligente, poderoso, eterno.

La ciencia moderna del siglo XX nos exige aceptar, como dice el astrofísico P. Manuel Carreira un comienzo antes del cual «no hubo antes», no existía la materia, por lo tanto tampoco el espacio, ni el tiempo.

¿Cuándo se creó la materia? Según los científicos hace 13.700 millones de años aproximadamente.  Pero esa materia inicial está dotada de unas propiedades extremadamente bien ajustadas (en algunos casos hasta de 50 decimales). Se expande vertiginosamente esta materia primitiva en un  primer día cósmico en que la luz del BIG BANG sigue la oscuridad de un cielo, sin  estrellas,  durante millones de años.

El universo comenzó en un estado de altísima densidad y temperatura. Y sus condiciones iniciales, con los parámetros de partículas y fuerzas, imponen una evolución hasta el presente, desde aquel caos primordial hasta la estructura majestuosa del universo, que hoy se estudia con los instrumentos más sofisticados.

La ciencia estudia la materia, sus propiedades, y llegó a unos avances extraordinarios, que proporcionan muchos beneficios a la humanidad.

La verdad que nos enseña la Biblia respecto del origen del  universo es que Dios es el creador de todo lo que existe, de todo lo visible (materia)  y de todo lo invisible (espíritu), lo demás es ropaje literario, para expresar algo inexplicable. De ahí que la Biblia utilice símbolos, imágenes, las diversas formas de dicción. El objeto de la Biblia es iluminar nuestro camino hacia la eternidad, la salvación. La Biblia no enseña ciencia humana, enseña el camino hacia Dios, donde está nuestra casa, la casa del Padre, donde seremos felices por toda la eternidad.

No se sabe exactamente, ni cuando comenzó la vida, tampoco dónde comenzó, tampoco cómo comenzó, la Biblia no lo dice,   pertenece a la ciencia, que tampoco lo dice, porque no lo sabe.  

La Biblia nos dice que Dios entrega el mundo al hombre, dotado de inteligencia, para que el hombre lo utilice y se lo devuelva a Dios mejorado. El hombre no tiene el mundo en propiedad, el dueño es Dios que en su generosidad crea el mundo para el hombre.

El hombre siente la necesidad de contestar a la eterna pregunta ¿De dónde procedo? ¿Para qué estoy en la vida? ¿Qué sentido tiene la vida?.

  • Fe humana.

  • Fe divina.

  • Necesidad de la fe.

  • ¿Es necesaria la fe para la  vida en el orden natural?

  • ¿Es necesaria la fe divina o sobrenatural para la salvación?

  • ¿Tenemos motivos para creer? ¿Si no entiendo esa verdad, cuál es la razón para creerla?

  • ¿Todas las verdades de fe sobrenatural o divina son ciertas y seguras?

FE HUMANA

Creemos en lo que nos enseña la ciencia, aunque no lo comprendamos. Creemos a nuestros padres cuando nos dicen dónde hemos nacido. También creemos a los amigos, a los profesores. El crecimiento de nuestro conocimiento natural se fundamenta en lo que otras personas han descubierto y nos lo transmiten por medio de la tradición, bien sea oral o escrita y así desde la más tierna infancia vamos a la guardería, al cole y allí nos van enseñando las cosas más necesarias para la vida.

Como el profesor es fiable aceptamos como  verdad lo que nos enseña. Podemos afirmar que  vivimos, no de lo que adquirimos por nuestro propio esfuerzo, sino de la aportación  que otros han transmitido y así nos encontramos cómo influye la cultura en nuestra vida, las modas, el ambiente, los amigos, la televisión, todo ello va forjando nuestra personalidad y manera de concebir la vida.

No tiene el mismo concepto de la vida el que tiene  fe en Dios, que el que no la tiene, su proceder será distinto.

FE DIVINA

Hay dos actores, Dios y el hombre. Dios desea ardientemente nuestra salvación, por eso nos regala la fe. Pero el hombre es libre y puede rechazarla, bien sea con la mente, bien sea con el corazón.

Santo Tomás de Aquino nos da la siguiente definición de fe: La firme seguridad de lo que esperamos, la convicción de lo que no vemos.

San Juan de la Cruz presenta la fe como medio de unión con Dios, en la Subida al Monte Carmelo, en el cántico espiritual y llama de amor vivo, en la noche oscura.

Fe y oración van unidas y entrelazadas, ambas se necesitan y complementan, de suerte que la fe lleva a la oración y la oración fortaleza la fe.

La fe es un conocimiento cierto y seguro  de lo que no se ve, verdades reveladas por Dios y una convicción de  lo que esperamos, la salvación, si aceptamos a Dios en nuestra vida, no por nuestros méritos, sino por la generosidad de nuestra Padre.

La fe dado que es conocimiento y vida, igualmente la oración,  comunicación con Dios, no pueden vivir sin crecimiento. Este crecimiento en la fe  y en la oración va a depender de Dios y de nosotros. Este viaje no es fácil, el Concilio Vaticano II lo presenta como una peregrinación (LG 2, 8, 65), pero con la gracia de Dios será un viaje fascinante, aunque duro.

En la medida en que el hombre avanza en este viaje de la fe y de la oración Dios deja de ser idea para convertirse en transparencia y comienza a ser Libertad, Humanidad, Gozo, Amor, y progresivamente en una fuerza invisible y revolucionaria que saca todas las cosas de su sitio y así: donde había violencia pone suavidad; donde había egoísmo, pone amor. Y así Dios termina por transformar al hombre real y físicamente, convirtiéndolo en una persona que atrae y convence a los demás, pone luz allí donde hay oscuridad .

El Papa Francisco en la LUMEN FIDEI dice: Quien no quiera fiarse de Dios se ve obligado a escuchar las voces de tantos ídolos que  gritan: Fíate de mí. La fe en cuanto asociada a la conversión, es lo opuesto a la idolatría; es separación de los ídolos para volver al Dios vivo, mediante un encuentro personal. Creer significa confiarse a un amor misericordioso, que siempre acoge y perdona, que sostiene y orienta la existencia, que se manifiesta poderoso en su capacidad de enderezar lo torcido de nuestra historia. La fe consiste en la posibilidad para dejarse transformar una y otra vez por la llamada de Dios. He aquí la paradoja: en el continuo volverse al Señor, el hombre encuentra un camino seguro, que lo libera de la dispersión a que le someten los ídolos.

La fe divina cuando se acepta en su plenitud abarca todo el el ser,se hace norma de vida,  se acepta con el entendimiento y la voluntad y toda la vida adquiere sentido en la fe en un Dios que es Padre, que busca el bien de sus hijos, los guía, los protege, les da seguridad.