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Soy Católico practicante, confío plenamente en Dios. La vida nos regala, no con frecuencia, sus visitas de horas amargas. Es, en esos momentos, una  necesidad, comunicarnos con Dios, esperar pacientemente y confiar en que Dios está a nuestro lado, quiere lo mejor para nosotros. Nos ponemos en sus brazos y aunque sabemos que nada sucede sin permiso de Dios, el mal es una realidad, la enfermedad. nuestras limitaciones. El mal muchas veces es causado por agentes externos a nosotros, nunca querido por Dios, sólo permitido pues respeta la libertad de los hombres. Todo puede ser motivo de sufrimiento, pero si confiamos en Dios servirá para nuestra purificación, incluso se puede llevar con alegría. Sabemos que su mano generosa nos llevará por camino seguro a la victoria.

        

Me faltan pocos meses para cumplir ochenta años, duermo muy bien, tengo apetito, buena salud y ganas de vivir. No me angustia el final,  lo importante es confiar en la misericordia de Dios y ponerse en sus brazos. El tener años conlleva ver la vida con perspectiva amplia y con esperanza.

A Dios no podemos verle directamente,  pero sí intuirle al contemplar el universo,  sentirle y tener la seguridad que nada sucede sin su permiso. No obstante a pesar de que Dios no quiere la injusticia, ni el sufrimiento, existe la injusticia y el sufrimiento causado por otras fuerzas. Sabemos que Dios nos quiere, somos sus hijos, ¿Por qué permite Dios el mal?  Ahí está el misterio para el hombre, tampoco Job lo comprendió, pero supo confiar, ponerse en sus brazos,  «yo no sé nada, el Señor lo sabe todo». Nuestros deseos y pensamientos no siempre coinciden con los pensamientos de Dios    y con sus deseos, pero de lo que podemos estar seguros es que quiere lo  mejor para nosotros.

A veces se usa el poder, la influencia, las intrigas, en provecho propio y en contra de las personas, es un error.

En realidad esto le parece muy mal a Dios, todos somos sus hijos.

En esta situación debe la persona trascender el mal y en realidad todos somos limitados y nuestra vida está en manos de Dios.

Dios nos ofrece su salvación, no la impone, es sumamente respetuoso con nuestra libertad, pero está deseando salvarnos y si le abrimos la puerta de nuestro corazón entra a formar parte de nuestra vida. Es entonces cuando uno empieza a ver las cosas con una perspectiva de paz, seguridad y alegría, porque Dios es alegría, seguridad y paz y nunca nos abandona. La salvación a nosotros nos cuesta poco, le costó mucho al Señor, soledad, sudor y sangre. Si dejamos entrar a Dios en nuestra vida. el Espíritu arreglará nuestra casa, nos dará seguridad en la vida, alegría, siempre esperanza y felicidad.

Dios es providente. Muchos de los problemas de la sociedad hoy existen porque la vida sin Dios no tiene sentido, tampoco existe la seguridad, falta la alegría interior, y como el hombre tiene la capacidad de pensar, se da cuenta que las cosas materiales, necesarias e indispensables para la vida no llenan sus ansias de felicidad y de eternidad. Cuando falta Dios en la vida de las personas aparecen los ídolos, los monstruos, la tristeza, nuestros miedos y nos damos cuenta que todo lo que hemos acumulado, al final lo tenemos que dejar aquí.

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