RENOVACIÓN DE LA IGLESIA

Lo  humano debe renovarse, de lo contrario muere, al no actualizarse.

La Iglesia, fundada por Jesucristo,  como nos dice el Concilio Vaticano II es divina y humana.

Lo divino es herencia de Jesucristo, pertenece a la Revelación.

La parte humana que somos nosotros, los creyentes en Jesucristo, si queremos ser fieles a  Jesucristo debemos configurarnos con Él a lo largo de nuestra vida, creciendo en la vida espiritual.  Todo lo humano tiene estructuras humanas,  normas, que deben estar al servicio del Reino, hay que actualizarlas, la predicación, utilizar las nuevas tecnologías.

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LA PRESENCIA REAL DE JESÚS EN LA EUCARISTÍA

La presencia real de Jesús en la Eucaristía es una verdad de fe, aceptada por los creyentes con amor y consuelo para los que vamos camino de nuestra casa, que no está aquí, sino en ese mundo misterioso, invisible, donde reside nuestro padre, nuestros antepasados, todos los santos.

Esta verdad de fe, de la presencia real de Jesús en la Eucaristía, está fundamentada, por  ser una verdad revelada por el Salvador, enseñada por San Pablo y los Apóstoles, definfinida en los Concilios y  confesada por la Iglesia, continuadora de la obra de Jesucristo y aunque la Iglesia se fundamenta en la Revelación, el Resucitado quiso confirmar esta verdad con milagros Eucarísticos, para ayudar nuestra fe.

La Eucaristía es la transformación del pan en el cuerpo de Jesucristo y el vino en la sangre de Jesucristo. Esto se realiza en la Santa Misa, en el momento de la consagración, quien transforma el pan en el cuerpo de Jesucristo y el vino en la sangre de Jesucristo es el mismo Jesucristo, Dios y hombre y esto lo hace valiéndose del ministerio sacerdotal. Quien creó los átomos para formar el mundo tiene poder para hacer que el pan se transforme en su cuerpo y el vino en su sangre. Todo esto lo hace para facilitarnos la salvación, porque para eso vino al mundo, salvarnos. Su amor hacia nosotros, aunque no es correspondido por nosotros, es infinito.

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Los milagros Eucarísticos conocidos son muchos:

NUESTRO SEÑOR SE COMPORTA CON NOSOTROS COMO UN PADRE INFINITAMENTE BUENO. NOS QUIERE, NOS AMA, NOS PROTEGE, NOS DEFIENDE Y NO DUDA ENTREGAR SU VIDA POR NOSOTROS,  PARA QUE SEAMOS FELICES ETERNAMENTE. EN EL SAGRARIO NOS ESPERA PARA QUE VAYAMOS A HABLAR  CON ÉL, LE CONTEMOS NUESTRAS NECESIDADES Y AGRADEZCAMOS SU AMOR HACIA NOSOTROS, LE HAGAMOS COMPAÑÍA.